miércoles, 13 de octubre de 2010



- Terrícola: aquel que habita la Tierra ; Ya que todos habitamos la Tierra, todos somos considerados 'terrícolas'. No hay cabida para sexismo, racismo ni especismo en el término terrícola. Engloba a cada uno de nosotros, seamos de sangre fría o caliente. Mamífero, vertebrado o invertebrado. Pájaro, reptil, anfibio, pez o humano, a todos por igual. Los humanos, por lo tanto, al no ser la única especie del planeta comparten este mundo con millones de seres vivientes. Sin embargo, es el terrícola humano el que suele dominar la tierra a menudo tratando a otros terrícolas, o seres vivientes, como simples objetos. El término especismo es una actitud en favor de los intereses de la misma especie, y en contra de los intereses de otras especies. Si un ser sufre no puede haber justificación para negarse a tener en cuenta ese sufrimiento. Sea cual sea la naturaleza del ser el principio de igualdad exige que su sufrimiento sea considerado igual al sufrimiento equivalente de cualquier otro ser. Los racistas violan este principio de igualdad al darle mayor importancia a sus intereses cuando ocurre un conflicto entre los miembros de su raza y los de otra. Los sexistas violan el principio de igualdad al favorecer los intereses de su propio género. De la misma manera, los especistas permiten que sus intereses se antepongan a intereses superiores de otras especies. En cada caso el patrón es idéntico. Aunque entre los miembros de la familia humana reconocemos el imperativo de respeto, donde cada humano es alguien y no algo, un trato moralmente irrespetuoso ocurre cuando aquellos que están del lado del poderoso tratan a los menos poderosos como simples objetos. Lo hace el violador a su victima de violación. Lo hace el abusador de niños a sus victimas, el amo a su esclavo. En todos estos casos el que tiene poder explota a aquellos que no lo tienen. ¿Será esto igualmente verdadero de como los humanos tratan a otros animales, a otros terrícolas?. Sin duda existen diferencias, ya que los humanos y los animales no son iguales en todos los aspectos. Pero el tema de la igualdad tiene otra cara. Ciertamente los animales no tienen todos los deseos que tenemos los humanos, tampoco entienden todo lo que nosotros entendemos. Sin embargo, compartimos algunos de los mismos deseos y comprendemos algunas de las mismas cosas. Los deseos de alimento y agua. Cobijo y compañía. Libertad de movimiento y evitación del dolor. Estos deseos son compartidos tanto como por animales no humanos, como humanos. Con respecto al entendimiento, al igual que los humanos muchos animales entienden el mundo en el que viven y se desplazan, sino no podrían sobrevivir. Por lo tanto, detrás de muchas diferencias encontramos también similitudes. Como nosotros, son manifestaciones del misterio y la maravilla de la conciencia. Como nosotros, no sólo habitan este mundo sino que son consientes de ello. Como nosotros, son el centro psicológico de una vida que es únicamente suya. En estos aspectos fundamentales los humanos se encuentran al mismo nivel que los cerdos, vacas, gallinas o pavos. ¿Qué les debemos a estos animales? ¿qué trato moral les debemos dar?. La respuestas comienzan con la aceptación de nuestro parentesco psicológico con ellos. El premiado Isaac Bashevis Singer escribió lo siguiente en su best seller 'Enemigos, una historia de amor': ''Cuando Herman era testigo de la matanza de animales y peces, siempre tenia el mismo pensamiento: en su comportamiento para con los animales todos los hombres son nazis. La vanidad con la que el hombre hace su voluntad con los animales es vivo ejemplo de las teorías racistas más radicales, el principio de que tener el poder es tener la razón." La comparación con el holocausto es intencional y obvia. Un grupo de seres vivientes agoniza en las manos de otro. Aunque algunos argumentarán que no es posible comparar el sufrimiento de los animales con el de los judíos, o esclavos, hay realmente un paralelismo. Y para las victimas de esta matanza colectiva el holocausto está lejos de finalizar. En su libro un autor escribió "necesitamos otra concepción más inteligente, y quizá más mística, de los animales." Alejado de la naturaleza universal y viviendo en un complejo artificio el hombre en sociedad analiza a estas criaturas a través del cristal de su conocimiento, y es así como puede ver magnificada y distorsionada toda la imágen. Los tratamos con condescendencia por ser "incompletos", por el trágico destino de haber adoptado una apariencia tan distinta a la nuestra. Y es aquí donde erramos, erramos horriblemente. El hombre no debería compararse con los animales. En un mundo más viejo y más completo se mueven, acabados y perfectos. Tienen el don de los sentidos que hemos perdido, o que jamás conseguimos. Viven a merced de voces que nosotros jamás hemos oido. No son hermanos, no son subordinados. Son otras naciones, atrapadas con nosotros en la red de la vida y el tiempo. Compañeros prisioneros del esplendor y sufrimiento de la Tierra. ; Si los mataderos tuvieran paredes de vidrio ¿no seriamos todos vegetarianos?. Pero los mataderos no tienen paredes de vidrio. La arquitectura de la matanza es opaca, diseñada para la negación. Asegurándonos no poder ver, aunque quisiéramos. Y ¿quién quiere ver?. Algunas personas ignorantes fingen creer que los animales menos inteligentes no sienten dolor de la misma forma que nosotros. En realidad, conocemos poco sobre cómo sienten ciertos animales. Pero bien sabemos que también están sujetos a esa ley universal que dicta un gran sufrimiento en los últimos momentos antes de una muerte por causas artificiales. Es un sin sentido decir que los animales no sufren porque son de menor inteligencia que nosotros. El dolor, es el dolor. Transmitido por los nervios al cerebro. No sólo hay sistemas nerviosos para la inteligencia, los hay para la vista, el olfato, el oido. Y en algunos animales éstos sentidos están mucho más desarrollados que en el ser humano. Sabemos que nunca ha existido una época en que se pudiera aprender algo de la fisionomía del hombre por medio de la tortura de animales. Así, sólo aprendemos sobre los animales. Y si hubiera algo que pudiéramos aprender de ellos, no se conseguiría por medio de hierros o de electricidad. Mucho menos a través de la violencia psicológica. La tortura sistemática de seres que sienten, cualquiera que sea el pretexto y la forma, no podrá lograr nada más de lo que ya ha logrado: mostrarnos cuál es el punto más bajo que el hombre puede alcanzar. Siempre que existan mataderos, existirán campos de batalla. La ignorancia es la primera línea de defensa del especista. Sin embargo, es quebrantable por cualquiera con el tiempo y la determinación de conocer la verdad. La ignorancia a prevalecido por tanto tiempo, sólo porque la gente no quiere conocer la verdad. 'No me lo digas, me vas a arruinar la cena' es la respuesta usual al intento de explicarle a alguien como fue que llego su cena a esa mesa. Incluso la gente que sabe que la granja tradicional familiar ha sido reemplazada por grandes intereses empresariales, o que la ropa viene de las vacas masacradas, o que el entretenimiento significa el sufrimiento y la muerte de millones de animales, o que algunos experimentos cuestionables tienen lugar en los laboratorios, aun se refugia en la creencia vaga de que las condiciones no pueden ser demasiado malas, porque de ser así los Gobiernos y las Sociedad protectoras de animales ya hubieran hecho algo al respecto. Pero, esta falta de conciencia colectiva no se basa en que sea 'imposible' conocer lo que está sucediendo, sino, más bien, a que deseamos seguir siendo ignorantes ante una realidad que nos podría producir culpabilidad. Al fin y al cabo, las victimas de lo que está sucediendo en esos lugares terribles no son miembros de nuestro propio grupo. Pero se trata de dolor y sufrimiento, no de inteligencia, fuerza, clase social o los derechos civiles. El dolor y el sufrimiento son esencialmente negativos, y deben de evitarse o minimizarse sin considerar la raza, género o especie del que sufre. Todos somos animales de este planeta, todos somos criaturas. Los animales no humanos experimentan sensaciones de la misma manera que nosotros. Ellos también son fuertes, inteligentes, ingeniosos, móviles y evolucionados. Ellos también son capaces de crecimiento y adaptación. Así como nosotros, primordialmente son terrícolas. Cómo nosotros, están sobreviviendo. Cómo nosotros, buscan la comodidad y no la incomodidad. Cómo nosotros, ellos expresan diferentes grados de emociones. En resumidas cuentas, están VIVOS cómo nosotros. Es irónico que aun aceptando cuán indispensables son los animales para la supervivencia humana, o nuestra dependencia absoluta de ellos para compañía, alimento, vestimenta, deportes y entretenimiento, así como experimentación médica y científica, demostremos tal falta de respecto por aquellos que nos proveen. Sin duda, a esto debe referirse el dicho de 'morder la mano que nos da de comer'. De hecho, la hemos pisoteado y escupido. Ahora nos enfrentamos con las consecuencias inevitables. Debido al consumo excesivo de animales los informes de salud indican un incremento en cáncer, enfermedades del corazón, osteoporosis, derrames, piedras en los riñones, anemia, diabetes, y otros más. Incluso la materia prima de nuestro alimento se ha visto afectada por el abuso de antibióticos para aumentar el peso de los animales, que de otra forma no podrían subsistir en las condiciones estresantes y atestadas de las granjas industriales. Igualmente el abuso de insecticidas y pesticidas, o de hormonas artificiales diseñadas para aumentar la producción de leche, la fecundidad y el periodo de gestación. Con colorantes artificiales, herbicidas, abonos artificiales, tranquilizadores, estimulantes de crecimiento y apetito, no es ninguna sorpresa que enfermedades como 'la vaca loca', y un grupo de otras anormalidades relacionadas con los animales, se hayan desatado sobre la especie humana. La naturaleza no es responsable de estos hechos, somos nosotros. El cambio es inevitable, o lo hacemos por voluntad propia o la naturaleza nos obligará. Ha llegado el momento para que individualmente, y como grupo, reconsideremos nuestros hábitos alimenticios, nuestras tradiciones, modas y estilos. Y sobre todo, nuestro pensamiento. Si hay algo de verdad en el dicho 'con la moneda que pagues, te pagarán' ¿qué es lo que consiguen ellos a cambio de su dolor?. A caso, ¿tan siquiera lo hemos pensado?. Si con la moneda que pagamos nos pagarán ¿qué precio pagaremos por su dolor?. Ellos son terrícolas, tienen el mismo derecho de estar aquí que los seres humanos. Quizá, la respuesta se encuentre en otro antiguo dicho, que es igualmente cierto, 'aquello que siembras, recoges'. Entonces, por supuesto que los animales sienten. Por lo tanto, sienten dolor. A caso ¿la naturaleza los habría dotado con tantas posibilidades de sentir para que NO sintieran?. Hay algo que es absolutamente cierto, los animales utilizados para alimento, vestimenta, entretenimiento y experimentos científicos, todos ellos sujetos a la opresión mueren con dolor. Todos y cada uno de ellos. No es suficiente con que los animales vivan huyendo permanentemente del progreso y la expansión humana, ya que para muchas especies, sencillamente, no queda lugar a donde ir. Pareciera que el destino de muchos animales es ser despreciados por el hombre, mientras que otros son codiciados. El rey Lear le pregunto a Gloster '¿cómo ves el mundo?' y Gloster, que era ciego, le respondió 'Lo veo con el sentimiento, lo veo con el sentimiento'. Existen tres fuerzas primarias de vida en el planeta: la naturaleza, los animales y la humanidad. Todos somos terrícolas ~

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