jueves, 11 de marzo de 2010


- ¿Qué pasa cuándo uno sobrepasa todos los límites? Cuándo cosas, que no son normales, pasan a ser cotidianas. Cuándo la violencia deja de ser algo que sale a la luz sólo un momento de bronca, y pasa a acompañarte todos los días, a toda hora y en todo momento. Cuándo ésa violencia que vemos en la tele es la que te está comiendo vivo. ¿Qué pasa cuándo ya no se puede diferenciar entre en el bien y el mal? Cuándo le perdiste respeto a la vida. Cuándo tocaste la muerte tan de cerca que te crees que sos omnipotente. Cuándo ésa suerte que creíste que siempre te iba a hacer safar de todas empieza a abandonarte, y poco a poco ves cómo todo tiene sus consecuencias. Como todo, tarde o temprano, se paga. A veces uno ésta, pero no pertenece. Pero ¿alguna vez te dijieron que en la volteada nadie mira si estás o si perteneces? Cuándo quiebra uno, irremediablemente, quiebran todos. Es cómo un domino. Empieza cayendo uno, pero ése que cayo se lleva a todos los que venían detrás. Y no importa si fuiste bueno o malo, si te quedaste parado sin hacer nada o si también actuaste. El que se queda de brazos cruzados es complice, y los complices se llevan un buen porcentaje de culpa. Hay personas que conocen los límites, personas que tíenen límites propios y que no los sobrepasan por nada del mundo. Y hay otras personas que sólo empezamos a ver los límites cuándo comenzamos a pagar las consecuencias de haberlos sobrepasado, de haberlos irrespetado. Jugar con fuego está bueno, pero sólo hasta cierto punto. No es nada agradable quemarte, o ver cómo las personas que amas se están quemando. La vida te dá señales. Antes de castigarte te avisa que estás haciendo las cosas mal, para que puedas enmendarlo y cambiar tu destino. A veces nos sentímos tan confiados de ésa suerte que nos acompaña que hasta le faltamos el respeto a ésas trabas que la vida nos pone para que dejemos ése camino y tomemos el correcto. Nos creemos que somos re piolas porque hacemos lo que queremos y nunca pagamos consecuencias. Pensamos que realmente somos invensibles y que podemos contra todo. Pero la vida es sabía, y te dá exactamente lo mismo que le diste. Ahora la vida nos está poniendo en pillos. Nos está devolviedo lo que siempre le dimos, y no nos queda otra que aguantarnos el parche. 

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