jueves, 11 de marzo de 2010



- No aguantasté más el dolor. Te encerrasté en vos misma, sin dejar que nadie pase a ver como estás. Te encargasté de construir una barrera protectora a lo largo y lo lancho de todo tu ser. Pero esa barrera no te deja ni salir, ni que nadie entre. Fuiste apilando desiluciones una arriba de otra, construyendo inconcientemente esa pared que hoy te separa del resto de la gente. Tomáte un tiempo, pensálo. Miralo y evalualo desde todos los puntos que puedas hacerlo. Pensálo muy bien. No te pierdas, no te dejes ir. No dejes que muera lo más sagrado en vos, no me dejes ir. Sé que todavía me escuchas, a pesar de que el dolor te haya ensordecido sé que podes escucharme. Quedate tranquila que en este viaje no estás sola, yo estoy con vos, como siempre lo estuve. Vivo con vos, siento tus dolores, festejo tus triunfos, me duelen tus brazos más de que lo te duelen los cortes. Estoy dentro tuyo, y aunque quieras que me calle, no lo voy a hacer. Sé que cuando sea el momento, juntos vamos sacar poco a poco cada uno de los ladrillos y la muralla va a desaparecer. Sé que todo va a volver a ser como antes, vamos a recuperar esa fuerza que hoy no tenemos. No lo dudes un segundo más, vamos a volver a ser lo que eramos.

- Tenés la acuciante necesidad de todas las madrugadas esperar a que salga el sol, para poder contemplarlo en cuerpo y alma. En los últimos días sólo los rayos de éste calentando tu piel fueron un síntoma aceptable de que estabas viva. Aunque no quisieras comer, y te negaras a levantarte de los hierros y maderas que conforman tu cama. Aunque llores hasta sin razón aparente y a raíz de la nada misma. Aunque mires a tu alrededor y no puedas comprender como el mundo sigue moviendose sin percatarse, de que con cada noche que transcurre, un nuevo pedacito de vos te abandona, una nueva parte de tu ser se muere. Aunque te desvivas tratando de descifrar POR QUÉ nadie entiende tu dolor. Aunque reniegues de tu salud y prefieras diez mil veces estar 4 metros bajo tierra, ESTÁS VIVA. Porque lo más importante en un ser humano no es su cuerpo sino su corazón. Y como yo estoy vivo, aunque vos no quieras aceptarlo, vos también estás viva. Estoy acá, escuchame. Te lo pido por lo que más llegamos a querer en este mundo que hagas un esfuerzo y te levantes. Te lo ruego, no me dejes morir. Mi vida pende de un hilo... no permitas que ese hilo se corte. No dejes que la muerte de lo más sagrado en vos llegue así, sin haber dado pelea. Deja de escuchar a tu cabeza y escuchame a mi, que cuando hablo es porque NECESITO ser escuchado. Soy tu corazón, soy lo más importante que podes tener y estoy lastimado, pero dispuesto a seguir dando pelea. No escuches a esa voz que te dice que lo que hiciste estuvo mal, que no valió la pena ¡PORQUE ESO ES UNA MENTIRA!. Vos actuaste guiada por lo que te dije yo, y siempre que hagas eso debes saber que no hay que tirarse para atrás. ¡EY! basta, cortala. No quiero volver a escucharte decir que te arrepentís de haber hecho lo que sentís, jamás más vuelvas a repetir eso ¿oíste?. No le hagas caso a esa estúpida voz que sólo puede hacer lo que cree correcto. Acá no se trata de eso, y vos y yo lo sabemos. Dale, levantate. Yo sé que vos podes. Sos capaz de esto y mucho más. ¡VAMOS! fuerza, que mientras yo pueda seguir vamos a estar bien sin importar lo que haya pasado.

- El octavo y último cigarrillo de tu atado muere en ese cenicero en el que se ahogan miles de dudas. Se hacen las 5 de la madrugada en tu reloj de mesita y el mismo nombre sigue zumbando dentro de tu cabeza. La situación se resolvería de manera muy rápida si dejaras de negar lo obvio. Por mucho que trates de ocultar tus sentimientos, hay cosas que no se pueden controlar. Si no sale hoy a la luz, mañana quizá lo haga. Así que el consejo que te brinda éste humilde servidor que vive dentro de vos, y al que pocas veces escuchas, es que dejes de negar la felicidad que te provoca tenerlo cerca. Sé que pocas veces la gente hace lo que nosotros le decimos, y por eso les va a tan mal. Porque nada mejor que actuar guiado por el corazón, deberían aprenderlo. No existe consejero más sabio que nosotros, que somos los que guardamos todos y cada uno de los sentimientos que ustedes experimentan. Haceme caso, que si hablo es porque sé lo que digo.


- Hace exactamente 58 días que la misma pregunta te consume, te desarma, te hace perder, olvidar quién sos, qué hacer, cómo seguir. Habitas un cuerpo que no sentís tuyo. Te moves en una realidad que desconoces. Ves como corre el tiempo sin entender demasiado lo que esto significa. Pasan las horas, los días, las semanas y ninguna sensación nueva avecina a tu vida. Decidís salir de las 4 paredes que conforman tu mundo, dejando a un lado ese cuaderno que tanto escuchó y entendió cómo te sentías en los últimos días. Salís a la calle para ver el Sol, nutrirte de él, absorber su energía. Escuchas las voces de todos aquellos que se mueven a tu alredor, y pensas si ellos apreciaran tanto como vos la enorme estrella que calienta sus cuerpos desde arriba, el enorme cuadro celeste con manchas blancas al que llamamos cielo. 'Están todos tan apurados, tan metidos en si mismos. ¿Cómo seria la vida del ser humano si empezara a valorarla?. A darle importancia a todos y cada uno de los sentimientos que éste experimenta.' Pero después de terminar el primer cigarrillo te das cuenta de que vos perteneces a otro mundo, y que llego el momento de volver a él. Volver a las 4 paredes, a esas hojas que te escuchan y te son tan fieles. A ese vastísimo mundo interior en el que te adentras cuando con una lapicera en la mano empezas a escribir. 


- Estás sumergida en una depresión de la que no te puede sacar nadie. No sabés quién sos, te sentís totalmente ajena a la realidad. Miras el reloj. Tratas de hallarte dentro de tu cuerpo. Cerras los ojos y te preguntas '¿quién soy?'. Los minutos siguen pasando, aunque vos pienses que todo se detuvo, aunque vos SIENTAS que todo se detuvo. No, estás equivocada. El mundo no para, no te espera. Fumas uno, dos, tres cigarrillos. Perdes la cuenta, no te importa cuantos sean porque en cada colilla que apagas sentís que estás dejando un poquito de vos. 

- Dicen que el tiempo sana todas las heridas del corazón, y comprobé una vez más que así es. Por más critica e imposible de sobrellevar que sea una situación, por más inalcanzable que parezca el olvido, por más difícil que parezca de superar la perdida, todo, absolutamente TODO, pasa. Todas las heridas se cierran, todos los huecos se llenan, todas y cada una de las hendiduras por las que se filtraba el dolor se sellan. Mil y una vez pensé que te necesitaba, pero ahora me doy cuenta de que lo que necesitaba era dejar de creer en algo que nunca había existido. Releo lo que te escribí y me espanto, no me hallo, no puedo creer que haya escrito eso. Estaba tan convencida de que me querías aunque sea un poquito. Escribí muchas veces que creía fervientemente en lo que sentía cuando me mirabas, pero aparentemente las cosas cambiaron mucho. "Ojos que no ven, corazón que no siente", dicen por ahí. No sé si descarto del todo la posibilidad de que me quieras, creo que algo me tenés que querer para preocuparte por mi. Creo, no espero, sólo creo. Capas en éste tiempo pensaste en mi, te preguntaste como estaba, aunque nunca te encargaste de averiguarlo claro. Igual, no quiero hacer reproches. Me senté a escribir y ésto fue lo que salió. No quiero hacer un sólo reproche, ni uno. Ahora tengo la cabeza en otro lado, en otras cosas, en otras personas. Capas eso fue lo que necesitaba, alejarme un poco. Y aunque tardé en hacerlo, valió la pena la espera. Creo que todo se va dando como tíene que ser. Ahora aunque me acuerde de vos de vez en cuando, ya no siento esa imprudente necesidad de llorar. Supongo que ya te lloré lo suficiente en su momento. Tal vez nuestros caminos se vuelvan a juntar, no lo sé. Si eso llega a pasar espero que las cosas nos salgan un poco diferentes, y sino, buena suerte y hasta nunca.

- Nunca vas a entender, nunca vas a ver las cosas desde el punto que las veo yo. Y está bien, porque cada uno tiene que tener su punto de vista ya que eso nos hace diferentes, únicos. Pero sería tan lindo que por sólo 3 segundos comprendieras la magnitud del dolor que nació un día, y sin pedir permiso ni dar aviso previo, se instaló en lo más profundo de mi pecho. Sería tan lindo que fueras capaz de ver la reacción que provocas en mí cuando simplemente soltas las riendas y sos vos. Cuando no forzas las cosas, cuando dejas de escuchar a tu cabeza, cuando te sacas la coraza y me permitís ver a ésa persona que caló tan profundo en mi corazón. Pero ya no tiene sentido seguir peleando contra la corriente. Porque es así, cada dos pasos te volves a calzar la coraza y retrocedemos 4 casilleros. Porque sos tan cobarde que cuando empezas a perder el control de la situación tiras por la borda lo poco que pudimos construir. Ya me harté, no puedo seguir con éste puto juego macabro que te encargaste de construir entre nosotros. Éste juego que parece no tener un fin. Perdón, pero renuncio. Prefiero retirarme de la partida ahora y sabiendo que dí todo para que funcione. Hice todo lo posible para programarnos y que funcionemos con el mismo fin, pero no se puede. Me harté de subir al ring a tratar de ganar una pelea que siempre supe que tenia perdida. Quiero que sepas, y seas consiente, que a pesar de tener todas las apuestas en mi contra, y hasta una pelea con un final que no me beneficiaba, me pusé los guantes y pelee por lo que sentía. Porque así soy yo, y ese es mi modus operandi: actuar guiada por el corazón. No hay mejor consejero que uno mismo, ni existe voz más sabia que la que proviene de adentro nuestro, de nuestro corazón. 

- ¿Qué pasa cuándo uno sobrepasa todos los límites? Cuándo cosas, que no son normales, pasan a ser cotidianas. Cuándo la violencia deja de ser algo que sale a la luz sólo un momento de bronca, y pasa a acompañarte todos los días, a toda hora y en todo momento. Cuándo ésa violencia que vemos en la tele es la que te está comiendo vivo. ¿Qué pasa cuándo ya no se puede diferenciar entre en el bien y el mal? Cuándo le perdiste respeto a la vida. Cuándo tocaste la muerte tan de cerca que te crees que sos omnipotente. Cuándo ésa suerte que creíste que siempre te iba a hacer safar de todas empieza a abandonarte, y poco a poco ves cómo todo tiene sus consecuencias. Como todo, tarde o temprano, se paga. A veces uno ésta, pero no pertenece. Pero ¿alguna vez te dijieron que en la volteada nadie mira si estás o si perteneces? Cuándo quiebra uno, irremediablemente, quiebran todos. Es cómo un domino. Empieza cayendo uno, pero ése que cayo se lleva a todos los que venían detrás. Y no importa si fuiste bueno o malo, si te quedaste parado sin hacer nada o si también actuaste. El que se queda de brazos cruzados es complice, y los complices se llevan un buen porcentaje de culpa. Hay personas que conocen los límites, personas que tíenen límites propios y que no los sobrepasan por nada del mundo. Y hay otras personas que sólo empezamos a ver los límites cuándo comenzamos a pagar las consecuencias de haberlos sobrepasado, de haberlos irrespetado. Jugar con fuego está bueno, pero sólo hasta cierto punto. No es nada agradable quemarte, o ver cómo las personas que amas se están quemando. La vida te dá señales. Antes de castigarte te avisa que estás haciendo las cosas mal, para que puedas enmendarlo y cambiar tu destino. A veces nos sentímos tan confiados de ésa suerte que nos acompaña que hasta le faltamos el respeto a ésas trabas que la vida nos pone para que dejemos ése camino y tomemos el correcto. Nos creemos que somos re piolas porque hacemos lo que queremos y nunca pagamos consecuencias. Pensamos que realmente somos invensibles y que podemos contra todo. Pero la vida es sabía, y te dá exactamente lo mismo que le diste. Ahora la vida nos está poniendo en pillos. Nos está devolviedo lo que siempre le dimos, y no nos queda otra que aguantarnos el parche.